¡Viajeros al tren!
En 1975, el reconocido economista catalán Jordi Nadal en su libro El fracaso de la Revolución Industrial en España, 1814-1913 se refería a la construcción del ferrocarril en España. Releyendo estos días la citada obra, que me parece una referencia ineludible para comprender nuestra historia económica contemporánea, he escuchado esta mañana unas declaraciones de un político local que utiliza el tren y la alta velocidad como simil del proceso que está siguiéndose con ocasión de la fusión de Don Benito-Villanueva. Unas declaraciones que, aunque breves, no dejan indiferente a nadie.
Entre "localismos rancios", que uno no sabe bien a qué se refiere, porque más bien da la impresión de que estamos asistiendo a la viva imagen del clásico caciquismo decimonónico de la época en la que se aprobó el tendido ferroviario que, como dice Nadal (p.50) "estuvo pensado como instrumento de colonización y de explotación, mucho más que como instrumento de auténtico desarrollo".
También se refiere el político a un tren que se desplaza a una velocidad de 200 km por hora (no será aquí en Extremadura, supongo) y, lo mejor de todo, la advertencia que nos lanza el maquinista: "quien se tire del tren se matará". ¡Pues claro! Pero tranquilos, el tren llegará a la estación de destino. Lo que no sabemos es con cuántos pasajeros y a costa de qué.
Decía Nadal que la red ferroviaria se había construido deprisa y sin pensarlo mucho, porque el negocio estaba ahí: en construir. No sabemos si "el negocio" de la fusión también está en el proceso y no en el fin. Y enseguida se nos viene a la mente el famoso axioma de: "El fin justifica los medios".
De cualquier forma, creo que el proceso está siendo vivido desde la otra parte con cierto malestar, e incluso con pesar, sobre todo, por los injustificados ataques verbales que está sufriendo que, como cualquier acto de violencia, no merece nada más que nuestra repulsa.
Esperemos que el tren no descarrile y seamos el hazme reir de este país. Porque, a ver qué hacemos luego con las medallas.